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Foto del escritorBeatriz Manrique

Martha Matilda Harper, la mujer que creó las franquicias y una red de empoderamiento para mujeres.



Durante la escritura de Mi sueño, tú quise rescatar el nombre de la pionera y emprendedora, Martha Matilda Harper, cuya historia se olvidó durante décadas, siendo la precursora del concepto moderno de salón de belleza femenina, así como la inventora del actual concepto de franquicias minoristas.


Martha Harper nació en Oakville, Ontario, Canadá, el 10 de septiembre de 1857 en una familia de clase trabajadora. Sus padres eran Robert y Beadie Harper. Apenas recibió educación formal durante su infancia, puesto que, a la edad de siete años, su padre la ató en servidumbre a un tío y la enviaron a 60 millas de su casa para comenzar una vida de trabajo doméstico. A los doce años, comenzó a trabajar para un médico holístico alemán, quien le enseñó sus revolucionarias ideas sobre el cuidado del cabello. Harper aprendió sobre cómo estimular el flujo sanguíneo del cuero cabelludo mediante un cepillado vigoroso y la importancia de la higiene, todas ellas, ideas nuevas en ese momento. Ella abrazó dichas prácticas y su propio cabello floreció.


Antes de morir en 1881, el médico le entregó a Harper la fórmula secreta de su tónico para el cabello, sin sospechar los efectos que su pequeña herencia tendría en ella y en la sociedad estadounidense.


En 1882, Harper emigró a Rochester, Nueva York, con la fórmula del tónico y un plan. Mientras continuaba trabajando como sirvienta, desarrolló su propio tónico para el cabello, respetando los principios científicos del médico, y utilizando productos naturales para su producción. Tres años después de mudarse, abandonó su empleo como sirvienta y abrió un salón de peluquería público utilizando los ahorros de toda su vida, 360 dólares. De ese modo, inició una inteligente carrera empresarial basada en un activo marketing y un gran sentido de la innovación. Se educó con tutores en el arte de la conversación elegante y las buenas maneras sociales, se trasladó a uno de los edificios más prestigiosos de Rochester y abrió su salón con el lema “salud es belleza”.


Debido a que, en esa época, las mujeres hacían sus arreglos capilares en los hogares, ayudadas por el personal doméstico o asistidas por peluqueros y peinadores que las atendían en sus domicilios, ella misma se convirtió en un atractivo para su clientela; se dejó crecer el cabello hasta el suelo, manteniéndolo sano y brillante.


Su salón para mujeres, el “Harper's Salon”, obtuvo un gran éxito en poco tiempo, y cuando otras mujeres quisieron abrir negocios similares al suyo, ella les ofreció un contrato de franquicias, acompañado de escuelas de peluquería, que se conoció como el “Harper's Method”. Los contratos incluían la cláusula de que todos los salones debían proveerse de sus productos de belleza en el salón de Martha, estableciendo también una serie de estándares para contratar personal y entrenarlo. A final de siglo, existían cerca de 200 salones abiertos en USA, y en 1920 eran 500, incluyendo franquicias en Alemania y Escocia.


Después de casi un cuarto de siglo de servidumbre, Harper sabía cómo mimar a su clientela. Diseñó la primera silla reclinable para que el champú no les cayera en los ojos a sus clientas cuando les lavaba el cabello y cortó un semicírculo en el lavabo con agua corriente para que descansaran con comodidad el cuello mientras las atendían. El énfasis estaba en el servicio al cliente, mucho antes de que se acuñara el término. Una vez que las mujeres experimentaron el “Método Harper”, se convirtieron con rapidez. Su clientela estuvo formada por una mezcla improbable de damas de sociedad y sufragistas, cuyo movimiento fue encabezado en Rochester. Pronto, Harper estuvo atendiendo a ambos círculos, y las mujeres de cada esfera, difundieron la noticia sobre el nuevo salón a sus allegadas.


Asimismo, incorporó el objetivo de las sufragistas de empoderar a las mujeres. En particular, Susan B. Anthony, feminista sufragista y defensora de los derechos humanos, que jugó un importante papel en la lucha por los derechos de la mujer y el derecho de voto femenino en el siglo XIX en Estados Unidos, fue cliente y amiga de Harper.


“Ella usó el modelo para permitir que otras sirvientas pobres y niñas de las fábricas transformaran sus vidas”, dijo Jane Plitt, autora de Martha Matilda Harper y el sueño americano: cómo una mujer cambió el rostro de los negocios modernos.


Dos años más tarde de la apertura de su salón, tenía mujeres de la alta sociedad rogándole que hiciera algo para poderlas atender en otras ciudades. Desde un principio, Harper había optado por contratar asistentes que fueran mujeres como ella, de orígenes humildes y clase trabajadora, acostumbradas a servir y trabajar duro. Su gran idea fue que conseguir mujeres con ese mismo perfil, para que se pusieran a la cabeza de salones que deberían ser idénticos al suyo. Pero, fiel a su convicción de que la independencia económica era clave para la liberación de las mujeres, no las hizo sus empleadas: las hizo dueñas de sus negocios.


Desarrolló además otras políticas innovadoras, que incluyen lo que ahora llamamos horario flexible, participación en las ganancias, cuidado infantil en el lugar de trabajo y tiempo libre remunerado.


Al dictar que las mujeres pobres abrirían los primeros 100 salones, Martha Harper se convirtió, de un solo golpe, en pionera del emprendimiento social y creadora del modelo de negocio por el que merece crédito: la primera operación franquicia minorista moderna.



La palabra franquicia proviene del francés y literalmente significa “liberarse de la servidumbre”. A Ray Kroc de McDonald's se le atribuye ser el padre de las franquicias estadounidenses, pero Harper se le adelantó 60 años.


Las dos primeras franquicias se abrieron en 1891 en Buffalo y Detroit. Los franquiciados tenían que comprar la silla y el lavabo de Harper que, lamentablemente, no patentó y todos sus productos para el cabello. Las mujeres, conocidas como "Harperitas", por lo general, carecían de fondos para los costos iniciales, por lo que Harper les prestaba el dinero para comprar la franquicia.


En 1893, Harper abrió su salón de Chicago a tiempo para la feria, y continuó expandiéndose; finalmente, tuvo más de 500 tiendas en todo el mundo, incluidos puntos de venta en todo Estados Unidos, una red de escuelas de belleza que capacitaba a las mujeres en el “Método Harper” y una en Rochester para fabricar sus productos orgánicos. A medida que su imperio creció, acudió en masa a sus establecimientos la clientela más famosa y acaudalada.


“Lo significativo de su éxito fue, que fue una combinación de mujeres que se hicieron clientes junto con las sufragistas que ayudaron a la red del negocio. La esposa de Alexander Graham Bell, Mabel, se hizo cliente habitual y trajo a Grace Coolidge, la futura Primera Dama, y Grace trajo a Bertha Honoré Palmer [socialité y activista social]. Fue la mejor red de mujeres”.



Todos los productos que se utilizaban en los salones Harper estaban pensados para promover la salud. (Imagen cortesía de "The Martha Matilda Harper Collection", Rochester Museum & Science Center, Rochester, New York).

Los productos 100% naturales se manufacturaban en los laboratorios de Harper. (Imagen cortesía de "The Martha Matilda Harper Collection", Rochester Museum & Science Center, Rochester, New York).

En 2003, Harper fue incluida en el Salón de la Fama Nacional de la Mujer y en el Salón de la Fama Empresarial Estadounidense por sus logros en los negocios. Se la considera notable por ayudar a otros sirvientes a vivir el sueño americano contratándolos como personal y permitiéndoles convertirse en franquiciados.





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